The end of the tour,
Foster Wallace entre el genio y la normalidad
Decía el propio David Foster Wallace preguntado por una posible autobiografía que no entendía qué podía haber de interesante en la vida de un escritor que se pasaba doce horas al día sentado frente a una máquina de escribir.
En The end of the Tour el personaje interpretado por Jesse Eisenberg sostiene que “Nadie se lee una novela de más de mil páginas (La broma infinita) si no cree que su autor es un genio”.
Sobre estas dos ideas se mueve la película dirigida por James Ponsoldt basada en la entrevista que durante un fin de semana el periodista David Lipsky (Eisenberg) realizó al llorado y aclamado autor al que da vida en la pantalla de manera sorprendente y brillante el actor Jason Siegel. Entrevista que finalmente no se publicó en Rolling Stone pero se convirtió en un libro de éxito al publicarse tras la muerte de Foster Wallace.
Cinta de impecable factura y diálogos memorables que tiende a caer en los peores tics del cine indie. La dicotomía principal que mueve la trama se me contagia como espectador al tratar de ofrecer una opinión sobre esta película. Tras su visionado no solo me pregunto si David Foster Wallace era un tipo sencillo y normal o un genio, también si me ha gustado o no The end of the tour. Por un lado se agradece que no se haya optado por el mero biopic, algo que sin duda no haría justicia al nivel descomunal de la obra del autor americano, por otro el film se esfuerza tanto en no ser escabroso, irrespetuoso o sensacionalista, en ser tan “buenrollero”, que por momentos se queda en una naif superficie que, a mi entender, tampoco describe el universo del escritor.

¿Era el autor de La escoba del sistema, el gran desmenuzador del gran sueño americano, un ciudadano normal y corriente? Quién sabe, cabría preguntarse también si existe en realidad alguien en el mundo normal y corriente. Sin embargo, el retrato de un Foster Wallace como una suerte de grunge trasnochado y bonachón estadounidense medio en que se enroca la cinta, no casa ya no solo con la obra del escritor, tampoco con los testimonios de sus allegados o quienes le conocieron.
Sin embargo The end of the tour se muestra como excelente película en el silencioso pulso, falsamente cordial, entre entrevistador y entrevistado. La envidia autoconsciente del escritor mediocre que ansía aquello de lo que el triunfador reniega (por momentos). Y brilla también al mostrar lo frágil y capcioso que significa querer conocer a alguien por medio de una entrevista. Esto último me hace pensar según escribo, que quizá esta era la finalidad real del director.
![]() |
David Foster Wallace |
Tal vez yo sea más como Lipsky y piense que alguien que escribe La broma infinita solo puede ser un genio, mientras este detestaba la vulgaridad de sentarse doce horas frente a una máquina de escribir. La ausencia de respuestas absolutas, al fin y al cabo, es la gran virtud de The end of the tour.
Javier Vayá
*Pincha aquí para leer otras entradas
en LGC de Javier Vayá.